martes, 21 de enero de 2014
María: Virgen Lucifera.
¿Cual es el origen de la venerada figura de la mitología cristiana conocida como Madre de Dios o Virgen María? ¿Porqué tantas mujeres llamadas María rodean a Jesucristo en la historia narrada en los Evangelios? María su madre, María Magdalena, María de Betania, María Salomé, María la madre de Santiago y José, María de Cleofás, las tres Marías que le acompañan en la crucifixión o las que descubren la resurrección de Jesús, etc.
¿De donde procede el nombre de María? ¿Qué se oculta tras estos personajes? En realidad María significó, en su lejano origen etimológico, Señora o Dama (también tiene acepciones de excelsa o hermosa) y hacía alusión en su valor inicial a una antigua denominación de la Diosa de la Tierra, o Reina de la Naturaleza, o bien Reina del Cielo o incluso del Mar.
Es curioso que en el ancestral pueblo vasco ha permanecido todavía la memoria y el término de Mari para designar a la primitiva diosa pagana, numen principal de su mitología precristiana.
De la raiz consonántica MR (emparentada con la deidad Mari) procede en latín mare (mar), mater (madre) y materia. Y por supuesto María o Miriam.También la misma raiz MR da origen en latín a la palabra amor, atributo principal de toda diosa madre, siendo por tanto una misma raíz común. En realidad estamos hablando de una diosa primigenia generadora y creadora. Las distintas Marías de los textos evangélicos son una fragmentación de la Diosa que realizó el cristianismo, una diversificación de sus distintos aspectos o facetas que también habían efectuado otras culturas en sus mitologías. Cada María del Nuevo Testamento encarna un matiz de la Diosa Madre transformada y humanizada por la mentalidad cristiana.
Así la figura sagrada o santificada de María, pluralizada en distintos personajes, manifiesta en forma oculta a las diosas paganas Astarté, Isis o Hathor ... entre otras, según los diferentes pasajes evangélicos: diosa engendradora, la que acompaña al dios que muere, la que lo resucita o está presente en ese acto, la que lo ama como su pareja consorte o diosa del amor, etc.
Pero es la Virgen María la que asumirá más títulos o funciones de la Diosa Madre pagana. De esta manera la Virgen es denominada: madre de dios, reina del cielo, estrella matutina, estrella de los mares (conductora de navegantes), etc
Aunque los cristianos casi siempre intentaron velar u ocultar el origen de deidad pagana de la Virgen o Madre de Dios y de las otra Marías, algunos maestros del arte recogieron y reflejaron muchos de sus atributos precristianos. El mismo concepto de Virgen, común a muchas diosas, implica potencia creadora inagotable que tiene su raíz en sí misma, en vez del valor que posteriormente se le dió a virginidad como carencia de sexualidad.
Como iniciadora e iluminadora la Virgen lleva el manto rojo de las diosas paganas con esa función. Los artistas cristianos cambiaron los colores, llegando incluso a los tonos rosas y azules pasteles. Pero maestros como Martin Schongauer recuperan el manto rojo o escarlata para manifestar el color de las sacerdotisas paganas luciferianas. En la obra La virgen de las rosas, el maestro alemán viste a María con el manto rojo que le corresponde como genuina diosa pagana, disimulada tan sólo por la forzada visión cristiana. E incluso la presencia del infante divino la asemeja a las ancestrales deidades paganas o precristianas, ya que las antiguas diosas Isis o Astarté aparecen también representadas muchas veces con un niño en sus brazos. En este bello cuadro la Virgen madre, ubicada en un hermoso jardín de místicas rosas, es coronada por dos ángeles que representan quizá el principio polar. Cuando la diosa, en otros paradigmas míticos, la simboliza una serpiente serán entonces dos serpientes a los lados (de nuevo la bipolaridad) las que la ensalzen o coronen.
El niño entre sus brazos, niño Jesús en el caso de los cristianos, es en realidad el Ser que como un tierno infante ha de nacer en el interior de cada ser humano, ya que simboliza el núcleo profundo de nuestra verdadera identidad traspersonal. La Virgen Lucifera es la que lo hace nacer, la que ilumina (alumbra) su nacimiento, es decir lo conduce en su gestación hasta la realidad de la conciencia humana. El niño es nuestra esencia divina interior (una potencia o posibilidad germinal) y la Virgen Madre con su manto rojo es María Lucifera, la faceta materno-gestante del principio o potencia luciferiana, una parte divina de la psique humana trascendente y universal. Y no por nada es que el maestro Schongauer representa a la Virgen en medio de un jardín de rosas rojas, pues precisamente la rosa roja es la flor de la pagana diosa Afrodita (mito de Venus/Afrodita y Adonis). E igualmente la rosa fue la flor de las predecesoras y aún más antiguas diosas del amor: Astarté, Ishtar, Inanna, etc. (Salvo Tanit cuyo atributo floral era la fruta del granado, de color rojo y con un jugo de la tonalidad de la sangre y que da nombre al color granate). Asímismo todas estas diosas serán representadas también por el lucero del alba o del atardecer (según indiquen guerra o amor).
La rosa fue siempre la metáfora de la diosa pagana del amor y el color rojo simboliza su sangre divina, su sangre regeneradora y creadora. Por ello Afrodita en la mitología griega se pincha con una espina y su sangre derramada coloreará de intenso carmesí a las rosas para siempre. E igualmente ocurre que este rojo de pasión y amor debe ser el color de las rosas cuando se regalan a quien se ama, pues representa a la antigua diosa del amor y esto aún se recuerda.
La sangre de la diosa aparecerá luego también en la mitología del santo grial. La copa sagrada en realidad porta la sangre de la antigua diosa del amor o diosa roja, aunque los cristianos cambiaron el simbolismo para adaptarlo a la sangre del sacrificio de su dios, pero en realidad la sangre grialiana perteneció siempre a la diosa. Y por ello se sustituye indistintamente el símbolo por una copa o una rosa. Y más aún otras veces una serpiente con una rosa o una copa con una serpiente. En todos los casos se quiere indicar la presencia de la diosa, que mora en las profundidad del inconsciente colectivo humano, a pesar de que muchos en la historia han pretendido mantenerla alli desterrada por siempre.
En este otro cuadro de Schongauer, vemos de nuevo a María, Madre del Niño dios, vestida de rojo e instruyéndole en el inusual acto (para la óptica patriarcal cristiana) de leerle un libro, es decir comenzar a transmitirle sabiduría, un privilegio que en aquella época correspondía sólo a los hombres. Así María asume aquí el extraño rol, para el prisma del cristianismo, de primera maestra o educadora instructora de Jesús, es decir de iluminadora/iniciadora o virgen luciferina del principio divino oculto en la naturaleza humana. Esto se repetirá en el ciclo del Grial donde la presencia de la mujer (como maga, bruja, sacerdotisa, druidesa, instructora, guía ...) será indispensable para que el heroe halle el camino correcto.
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Asimismo podemos asociar la génesis de la Virgen María cristiana con otra antigua deidad que existió en muchos lugares del Mediterraneo occidental. Se trata de la diosa Maia, que fue venerada durante el Imperio romano con el nombre también de Bona Dea, pero cuyo origen es mucho más antiguo y que de alguna forma ha perdurado en algunos rincones de la península Ibérica hasta nuestros días. Bona Dea (Maia) era una diosa asociada a la fertillidad y la sanación, e igualmente se la veneraba como diosa de la primavera o de la naturaleza, recibiendo entonces el apelativo de Fauna. Se cree que el nombre del mes de mayo procede de esta deidad, ya que le estaba consagrado al igual que después los cristianos se lo consagraron a la Virgen María (mes de las flores, mes de la diosa primavera Maia).
La referencia más remota de las fiestas del mes de mayo, fiestas mayumeas donde se exaltaba a la primavera y se adoraba a la Tierra, la encontramos en los fenicios, que la debieron extender en su expansión por el Mediterraneo, adoptándo después esta tradición otros pueblos como los celtas (beltane), griegos y romanos.
Pero si observamos a la otra María más famosa de los Evangelios, María Magdalena, también la podemos encontrar encarnando principios o facetas de diosas paganas. Por ejemplo la diosa salvaje o de la naturaleza, una diosa que en cierta forma permanecerá pura o virginal a pesar de que durante la Era cristiana o de las religiones monoteistas los seres humanos la repudiaron y olvdidaron.
En los mitos medievales aparecerán seres fantásticos como el unicornio, que nos retrotraen a una concepción mística y mágica del mundo natural, del paraíso perdido que la conciencia humana, atrapada en otros valores y visiones de la vida y su sentido, perdió e inconscientemente anhela. En este cuadro vemos a una doncella con larga cabellera y los pechos desnudos junto a un frágil y delicado unicornio. Se trata de una dama de la naturaleza, reminiscencia de las antiguas diosas y hadas paganas.
Igualmente en esta representación de María Magdalena, portando largo cabello rizado y rojizo y mostrando los pechos, el artista refleja en ella a la Dama de la Naturaleza, la antigua diosa ahora encarnada en el personaje mitológico evangélico más iconoclasta.
Rodeada de ángeles María Magdalena es una fusión medieval entre viejos mitos paganos y los nuevos mitos cristianos.
En este icono vemos a María Magdalena como diosa Maia, portando el huevo de la primavera, símbolo de la fertilidad, y cubierta con el manto rojo. Huevo que varios milenios antes ya portó Ishtar, también como diosa de la primavera y la regeneración.
La Diosa es una potencia regeneradora y creadora que se halla en los niveles más profundos y luminosos de nuestra psique.
En este bello cuadro de Leonardo Da Vinci (que antes fue atribuido a un discípulo y ahora cada vez más expertos piensan que es una obra del maestro) podemos contemplar de nuevo a María Magdalena con manto rojo, exhibiendose casi desnuda en pose de una diosa del amor, pero ahora bajo el prisma o disfraz de la religión cristiana dominante. A Leonardo le gustaba realizar estos guiños o camuflajes en sus creaciones.
Si observamos este otro icono apreciamos a la Virgen María sobre un trono en forma de cáliz y al mismo tiempo fuente de la que mana un agua seguramente sanadora y fertillizadora. Esta imagen sincrética reune una serie de símbolos de la diosa que se reproducirán a lo largo de las épocas y lugares del orbe cristiano medieval.
Las fuentes consagradas antes a las diosas y ninfas ahora serán lugares de apariciones marianas. La diosa Naturaleza, tanto en su versión diosa de la primavera como de la fertilidad, será ahora la Virgen cristiana. Los niños dioses paganos se convertirán en el niño Jesús. La sangre de la diosa ahora permanecerá reflejada en su manto, cuando así lo quieran manifestar en el arte. La copa o grial de la regeneración se transformará en el cáliz cristiano
En todos estos casos María Lucifera encarna de nuevo a la antigua y eterna diosa bajo las formas cristianas. El vestido rojo unas veces o la desnudez otras la delatan. Diosa Madre o Diosa del Amor, pero siempre diosa iluminadora, iniciadora, regeneradora ... diosa luciferina, maestra luciferiana.
Kababelan
(La sociedad de la sangre sagrada)
La verdadera fuente de la mente está en la realidad transcendente.
Entrada 9 de los Cuadernos Luciferianos de Kababelan
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Gostei de ler. Fascinei-me pela tua escrita.
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